Una señal ofrecida por laicos

la comunidad reunida en la fiesta de San Pacomio
...compuesta actualmente por cerca de ochenta miembros...

Durante sus casi cincuenta años de historia, la comunidad de Bose se ha enriquecido con nuevos rostros provenientes de varias regiones de Italia y de Europa (Francia, Luxemburgo, Portugal, España y Suiza). Actualmente se compone de cerca de noventa miembros, entre hermanos y hermanas, de seis diferentes nacionalidades. Casi todos son simplemente laicos

siguiendo el surco de la tradición monástica primitiva y como opción por la sencillez y poca visibilidad y relevancia que Bose desea mantener en el seno de la Iglesia, dentro de la cual quiere servir con la pobreza y la simplicidad de quien, en el bautismo, se ha decidido a servir el Evangelio y nada más.

Los seis presbíteros presentes en Bose y en las fraternidades garantizan el servicio ministerial a los miembros de la comunidad y a los huéspedes. Desde 1995 hasta su partida a la casa del Padre en Febrero del 2008, la decisión de mons. Emilianos Timiadis, metropolita de la Iglesia Ortodoxa de Costantinopla, de vivir en Bose como un hermano más, después de servir toda su vida al diálogo y a la comunión entre las iglesias, enriqueció la comunidad con un don del Señor de inestimable importancia.

Pero, más allá del carácter extraordinário de algunos eventos, suscitados sólo por la gracia, el sentido y la “razón” de Bose siguen siendo solamente su tensión en vivir una vida radicalmente evangélica. Cada uno de sus miembros lo intenta operando una interiorización de las exigencias evangélicas y viviendo íntimamente, en la raíz de su propio ser, la pobreza, la obediencia y la castidad. Cada uno busca la unidad de su propia persona para ofrecer al Señor el propio ser indiviso en la asiduidad con Él y para ser una señal credible y auténtica de unidad y pacificación para los hermanos y para los hombres que encuentra. En la vida monástica, el Espíritu llama a través de mediaciones humanas pero no a través del ministerio episcopal, como sucede para los ministerios ordenados, Por esta razón, la señal que el monaquismo constituye tiene necesidad de una fidelidad constantemente renovada y creativa a la llamada del Señor para poder ser inteligible. Por tal motivo, aunque si la comunidad puede desarrollar diversos ministerios y servicios allí donde discierne un apelo del Evangelio y donde lo pida la Iglesia, sin embargo, ninguno de ellos representa el específico de la vida monástica que ella intenta vivir.